La belleza de tu amor”
Soy tu hijo, Señor,
a veces indefenso,
como un gorrioncillo
ante el poder del mal,
que pisa con su fuerza
y sin misericordia.
Soy tu hijo, y sé cierto
que velas por mí
para que mantenga firme
el empeño de mi esfuerzo
para recrear el bien,
apoyado firmemente
en la fuerza de la esperanza,
en la belleza de tu amor.