“No das rodeos”
“No das rodeos” Tú no das rodeos ante mis heridas, Señor, ni huyes al verme roto; ni siquiera cuando mi frágil fe se apaga y mis horizontes se cierran. Te acercas con el respeto y la delicadeza de quien ama, y pones tu mano sobre mí, serenas mi corazón y lo sanas.