“No das rodeos”

“No das rodeos”

Tú no das rodeos

ante mis heridas, Señor,

ni huyes al verme roto;

ni siquiera cuando

mi frágil fe se apaga y

 mis horizontes se cierran.

Te acercas con el respeto

y la delicadeza de quien ama,

y pones tu mano sobre mí,

serenas mi corazón

y lo sanas.

 

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